¡Ayudar a otros hace bien a uno mismo!

Seguramente alguna vez escuchaste hablar del karma o la ley de atracción, de esa energía que uno emite hacia afuera y que regresa hacia adentro porque todo lo que uno da, la vida te lo devuelve.

La ley del karma es un ejemplo especial de la ley de causa y efecto, según la cual todas nuestras acciones de cuerpo, palabra y mente son causas, y todas nuestras experiencias son sus efectos. Mientras que le ley de atracción se refiere a como los pensamientos conscientes e inconscientes influyen sobre las vidas de las personas, argumentando que son unidades energéticas que devolverán a la persona una onda energética similar a la emitida.

Y si lo que sale de nosotros es maldad seguramente eso regresará, pero si lo que sale de nosotros es bondad también recibiremos esa bondad.

Mediante esas cuestiones que le escapan a la ciencia y están más vinculadas a lo metafísico, podemos analizar nuestro quehacer diario y lo que nos pasa. Pensar la vida desde esas concepciones nos puede ayudar mucho a replantear hacia donde debemos dirigir nuestras acciones porque suele pasarnos que de alguna u otra forma, todo lo que sale de nosotros nos vuelve.

Claro está que no podes coincidir con todos con esta forma de pensar, que podes decidir vivir una vida ligada al azar, a lo que te toca vivir o que podes optar por no creer en eso debido a algunos quiebres o dolores que te tocaron atravesar, ayudar, ser buena persona o intentarlo todos los días, tiene su recompensa.

Cambiar la mirada de pensar sobre el otro e incluirlo en nuestro accionar tiene una devolución, aunque algunos no lo crean. Y seguramente no lo creen porque nunca lo experimentaron, porque nunca lo vivieron en primera persona.

Ayudar, ser una buena persona, sentir empatía o ser solidarios, no solo significa brindar donaciones a una ong o a una familia en situación de pobreza por ejemplo. Tampoco es solamente asistir a una de esas instituciones para brindarle apoyo a alguien que sufre.

Quizás hacer eso es lo que mayor impacto tiene o mayor retribución, pero acomodar tu vida en base a esos valores también tiene lo suyo y es hermoso. Mirar la vida desde una perspectiva solidaria, con conciencia social y empatía, puede ayudar mucho a cambiar situaciones en la sociedad pero también en vos y en tu familia.

Esa perspectiva la podés emplear siempre, en tu trabajo, cuando vas caminando por la calle o cuando estás en tu casa. Eso tiene que ver con estar atentos a lo que ocurre al lado, sentir ese compromiso por mejorar la realidad. La realidad se mejora colaborando en un merendero, tirando la basura en un cesto de residuos, haciendo una publicación con conciencia en Facebook o también ejerciendo ese compromiso desde tu lugar de trabajo por ejemplo. Y si te animás a sumarte a una ong seguramente será mucho mejor, pero si no lo hacés tampoco estás mal.

Vas a estar mal si ves la vida a partir del odio, de la maldad, de la agresión, del egoísmo, etc. Desde antivalores que no nos hacen ningún bien, porque al emitir eso, también lo vamos a recibir en algún momento, y lo peor es que eso se va a salpicar en nuestros hijos que también los van a realizar, y también los van a padecer.

Por eso, hay que evitar a toda costa caer en esos antivalores, aunque todos en algún punto hemos caído en alguno de ellos y hemos cometido errores. Pero eso se puede revertir, ¿cómo?, haciendo lo contrario, viendo la vida desde la solidaridad, la bondad y el amor. Con esos valores, desde buenas acciones que siempre volverán, cuidándonos de los antivalores y poniendo el pecho a todas las adversidades que se nos presentan en la vida podemos cambiar nuestra historia, la tu entorno y la de toda la sociedad.